miércoles, 2 de noviembre de 2016

Dinámica I: Sacando al psicólogo que llevamos dentro

Como primera dinámica de la materia de psicología, la actividad ha consistido en representar una sesión con el psicólogo en la que tratábamos problemas psicológicos.

En mi caso, mi compañera y yo hemos trabajado la tripofobia (miedo o repulsión generados al mirar o estar cerca de figuras geométricas muy juntas y, generalmente, de tamaño diminuto), haciendo yo de psicólogo y mi compañera haciendo de paciente. Para ello hemos hecho uso de fuentes como Internet y la experiencia propia, y de materiales como imágenes proyectadas. 

 


La representación consistió en que, yo sentado en un extremo de la mesa y la paciente en otro, nos presentamos y comenzábamos con la primera sesión (la cual suele ser más de ganar confianza, pero decidimos pasar directamente al tratar el problema de raíz).

La paciente empezó a contarme su problema haciendo uso de una anécdota“Todo comenzó cuando tenía menos de diez años. Mi padre amaba pescar y muchas veces salíamos juntos. Cuando pescábamos algo importante, nos quedábamos con el esqueleto o con los dientes del pescado como trofeo. Una vez, sobre el borde de la ventana de la cocina apareció un hueso ovoide y plano, lleno de miles de agujeritos, uno al lado del otro, seguramente se trataba del hueso de alguna presa. Ese objeto realmente me causaba repulsión y cuando mi padre se dio cuenta, me obligó a tocarlo. Obviamente, lloré y creo que en ese momento comenzó mi fobia. Mi padre, en un intento de curarme, me exponía a todo lo que tuviera agujeritos o huequitos: un trozo de coral o un panal de abejas. Cuando las olas retrocedían en el mar dejando muchos agujeritos en la arena, me obligaba a caminar sobre ellos. Los síntomas fueron empeorando con los años y llegué a sentir náuseas, mareos y ataques de pánico que apenas lograba y logro controlar.”

Su problema era que tenía posibles signos de tripofobia y, yo seguidamente, para comprobar si era tripofobia o xilofobia (miedo o repulsión a los objetos de madera) le mostré las siguientes imágenes, con tal de ver su reacción:

 

 

 

 

 

 

El resultado fue que la paciente reaccionó a las figuras geométricas no sólo en los objetos de madera por lo que pudimos descartar la posible xilofobia.



Comencé, entonces, a decirle lo que era la tripofobia y el por qué de ella, a qué se remonta: le expliqué pues, con imágenes, que la tripofobia se remonta a nuestros antepasados, puesto que los hombres de las cavernas tenían que alimentarse de carne, muchas veces se encontraban con animales venenosos que casualmente presentaban patrones en sus pieles y cuerpos que consistían en figuras geométricas. Así, con el paso de los años y las generaciones, nuestro cerebro fue desarrollando una mala reacción hacia este tipo de patrones y figuras, ya que como para ellos significaba el veneno y la muerte, ahora a nosotros nos produce repulsión pero es algo posible de trabajar.

 

 

 

 

 



Después de esto, le expliqué los distintos métodos posibles para trabajar la tripofobia:

Terapia de exposición

Se le explicó que en este tipo de tratamiento se expone poco a poco al estímulo que provoca los síntomas ayudando al paciente a contrabalancearlos mediante diferentes herramientas exposición gradual y repetida en el tiempo hace que cada vez se sienta menos ansiedad y así se pueda controlar la situación cuando se vea patrones de pequeños agujeros. (Esta fue la recomendada por el psicológo a la paciente).

Terapia cognitivo conductual

Se le dio a entender que, resumidamente, consiste en el cambio de pensamientos  conductas. Implica también la exposición gradual al estímulo, combinada con otras técnicas que te ayudarán a lidiar con las situaciones que te provocan ansiedad de diferentes maneras. También cambiarán tus creencias respecto de tu fobia y el impacto que tiene sobre tu vida.

Medicamentos

Se le explicó que deben ser prescritos por un médico psiquiatra. Para el tratamiento de algunas fobias se prescriben medicamentos antidepresivos, tranquilizantes o beta bloqueadores. Los beta bloqueadores son medicamentos que neutralizan los efectos de la adrenalina en el organismo. Disminuyen el ritmo cardíaco, bajan la presión arterial y reducen los temblores. Los antidepresivos que habitualmente se prescriben para los casos de fobias severas son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Es posible que el médico recete también otro tipo de antidepresivos para el control de los síntomas, dependiendo de cada caso. Por último, un cierto tipo de medicamentos tranquilizantes llamados benzodiacepinas pueden ayudar a controlar la ansiedad en las personas que padecen diversos tipos de fobias. Deben utilizarse con precaución porque pueden tener efectos secundarios adversos y varias contraindicaciones.
(Cupo aclarar que en la mayoría de los casos se recurre a la medicación cuando los síntomas de la fobia son realmente incontrolables e interfieren en la vida cotidiana de la persona, impidiéndose realizar sus actividades normalmente. Y que para los demás casos, se recomiendan las terapias psicológicas y cualquier otro método que ayude a controlar la ansiedad, como el yoga o la meditación por ejemplo.)

Así pues, la paciente escogió la terapia de exposición y quedamos en volver a vernos la siguiente semana. 



Volvimos a representar otra sesión (en concreto: la penúltima, pues supuestamente habíamos pasado dos meses y medio trabajando la fobia) en la que la paciente contó una anécdota referida al problema: 
“Después de dos meses y medio de terapia, pensé que mi tripofobia se había curado. Unos meses más tarde, en un viaje al Caribe, me anoté en una excursión de buceo, sin pensar en que bajo el mar hay millones de plantas y animales llenos de huequitos. De modo que, repentinamente, me encontré hiperventilando con una boquilla de oxígeno puesta mientras el instructor tomaba mi mano intentando ayudarme a tocar un coral naranja con miles de pequeños y horrorosos agujeros en su superfície. Ni siquiera pude gritar. Cuando finalmente salimos a la superfície, pensé: si pude con esto, podré con cualquier cosa. Después de esa experiencia, cada vez que me encuentro ante un patrón de agujeros, trato de respirar profundamente y razonar. Si logro controlar la ansiedad en ese primer momento, puedo continuar casi normalmente. Aunque no siempre lo logro. Tengo etapas de hipersensibilidad durante las cuales me asusto hasta de los poros de mi cara, y en otras etapas, los síntomas se suavizan y puedo comprar un frasco de miel con un panel dibujado en la etiqueta.”

Y se mostraron cambios positivos en cuanto a la reacción con las imágenes proyectadas que se le volvieron a mostrar: 

 
 
 
 
 
Así pues, el psicólogo (yo) y la paciente (mi compañera) quedamos en volver a vernos la semana siguiente para acabar de forma total con la fobia.

El objetivo de la dinámica fue mostrar una fobia real pero usualmente desconocida, a la vez que explicar su origen y presentar distintos tipos de tratamientos.
Con esta dinámica pudimos adentrarnos un poco más en la psicología y en lo que es la tripofobia, lo cual pienso que puede haber sido de ayuda, tanto para mí y mi compañera como para la demás gente de la clase, que puede perfectamente padecerla sin siquiera saberlo. Además, ha sido divertido representar la sesión y meterme en el papel de psicólogo por unos minutos.

Y para las anécdotas (REALES): http://www.lifeder.com/tripofobia/

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