viernes, 5 de mayo de 2017

El yo, el ello, el superyó y la interpretación de los sueños



¿Quién no ha visto alguna vez en la televisión, periódicos, libros…. un ángel y un demonio discutiendo entre ellos para convencer a la persona para que realice o no una acción?
El neurólogo Sigmund Freud describe un esquema mental a partir de tres instancias denominadas Ello (el demonio), Yo (la persona, Homer) y el Superyó (el ángel).




Yo
El Yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello y a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. Todas las acciones ejecutadas son analizadas por el Yo amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. El Yo nos permite reconocer las acciones que realizamos, a elegir el camino a seguir, y razonar los impulsos con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por la integridad general de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento, para afrontar las alegrías, culpabilidad o castigo.


Superyó
El superyó es la parte que contrarresta al Ello, representa los pensamientos morales y éticos adquiridos y aprendidos por la cultura. Consta de dos subsistemas: la consciencia moral se refiere a la capacidad de la autoevaluación, la crítica y el reproche.

Ello
El Ello se refiere a la parte más profunda, primitiva, desorganizada e innata de la personalidad. El Ello se presenta de forma pura  en nuestro inconsciente y está presente desde el nacimiento (el ello no es sinónimo de inconsciente). Representa nuestros impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas  del ser, de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente sin considerar las consecuencias.
Está constituido por impulsos tan básicos como la tendencia natural a satisfacer el hambre, la sed y la sexualidad, las que Freud llamó pulsiones de vida, alimentados por el libido. Mas tardé Freud descubrió y matizó la pulsión de la muerte, responsable de las conductas de tendencia agresiva y destructiva.



Principio de placer: uno de los dos principios que, según Freud, rigen el funcionamiento mental: el conjunto de la actividad psíquica tiene por finalidad evitar el displacer y procurar el placer. Dado que el displacer va ligado al aumento de las cantidades de excitación, y el placer a la disminución de las mismas, el principio de placer constituye un principio económico.

Principio de realidad: uno de los dos principios que, según Freud, rigen el funcionamiento mental. Forma un par con el principio del placer, al cual modifica: en la medida en que logra imponerse como principio regulador, la búsqueda de la satisfacción ya no se efectúa por los caminos más cortos, sino mediante rodeos, y aplaza su resultado en función de las condiciones impuestas por el mundo exterior.
Considerado desde el punto de vista económico, el principio de realidad corresponde a una transformación de la energía libre en energía ligada; desde el punto de vista tópico, caracteriza esencialmente el sistema preconsciente-consciente; desde el punto de vista dinámico, el psicoanálisis intenta basar el principio de realidad sobre cierto tipo de energía pulsional que se hallaría más especialmente al servicio del yo.




Con su libro “La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung)” Freud inauguró la teoría freudiana del análisis de los sueños, cuya actividad describiría como «la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente dentro de la vida anímica.»

Freud plantea que los sueños son una realización alucinatoria de deseos y por consecuencia, una vía privilegiada de acceso al inconsciente. Según él, los sueños sirven para comunicar todo aquello que la mente consciente no puede aceptar. Deseos inconscientes que no se quieren reconocer y que por este motivo aparecen en los sueños representados de forma simbólica. Es decir, los sueños son la vía de expresión de deseos reprimidos que tiene la persona.

Para Sigmund Freud la infancia es un periodo clave de nuestra vida psíquica, hasta el punto que de adultos la mayoría de los sueños se relacionan con los deseos, traumas y recuerdos de la infancia. Dice Freud: “La infancia es una de las fuentes de las que el sueño obtiene más elementos”. Así pues, los sueños son un recordatorio constante de aquello que la consciencia ha reprimido y que nos negamos a aceptar y pensar.

En definitiva, el sueño es una herramienta psíquica para conseguir franquear la barrera que hay entre el inconsciente, la memoria profunda y el consciente.




Freud identifica 3 tipos de sueños:

  1. El sueño que representa sin inhibiciones un deseo no reprimido, que la consciencia acepta pero que en la vida cotidiana está pobremente satisfecho. Por su claridad son los sueños más fáciles de entender.
  2. El sueño que representa de una forma encubierta o simbólica un deseo reprimido. Son sueños que requieren ser interpretados.
  3. El sueño que representa un deseo reprimido, pero que se muestra poco o nada encubierto.

El método de investigación de los sueños

El método que utiliza Freud se basa en las asociaciones de ideas. Dice en su libro: “...es muy ventajoso dividir el sueño en sus elementos y buscar las ocurrencias que se enlazan a cada uno de ellos”. En esta investigación de los sueños, Sigmund Freud distingue entre el contenido manifiesto del sueño (aquel que aparece tal cual en el sueño), del contenido latente del sueño (aquel escondido bajo el simbolismo).

Freud delimita como objetivos de la investigación el averiguar:
  1. Cuál es el proceso psíquico que ha transformado el contenido latente en el manifiesto, que es el que por mi recuerdo conozco.
  2. Qué motivo o motivos son los que han hecho necesaria esta traducción. El proceso de la conversión del contenido latente en manifiesto es llamado ‘elaboración del sueño’ (Traumarbeit), siendo el ‘análisis’ la labor contraria que ya conocemos y que lleva a cabo la transformación opuesta.

Freud estima que es con el estudio del contenido latente cuando el psicoanalista puede descubrir los estímulos que provocan el sueño, la procedencia del material anímico, el eventual sentido de lo soñado y las razones de su olvido.


2.
Como ya sabemos, Freud fue uno de los primeros y principales estudiosos del mundo de los sueños. Analizó a cientos de pacientes, y postuló una teoría que aún hoy en día es defendida por muchos investigadores: que los sueños sirven para cumplir deseos. Según esta, cualquier sueño puede servirnos para cumplir un deseo, ya sea de forma real o simplemente simbólico. Es decir, no tiene porqué ser un deseo totalmente real, sino que el sueño sea símbolo de algo que queremos que pase (de ahí el éxito de los libros actuales que explican el simbolismo de los sueños, uno de ellos escrito por el mismo Freud). A pesar de esto, hay muchas otras más teorías alternativas:

  • Los sueños como efectos secundarios a partir de impulsos neuronales al azar
    Esta teoría sostiene que los sueños en realidad son una especie de efecto secundario, como una “chispa” de más en las conexiones cerebrales por estimulación accidental del sistema límbico, un área involucrada en las emociones, las sensaciones y los recuerdos.
    A esta teoría se le llama “teoría de activación-síntesis”, una idea popularizada por el psiquiatra J. Allan Hobson. Como él mismo decía, en resumen vendría a decir que el cerebro trata de interpretar estas señales producidas al azar, dando como resultado los sueños.

  • Los sueños como almacenamiento temporal de la conciencia                                   
Puede que los sueños sean producidos al azar, pero también puede que no. Según el psiquiatra Jie Zhang es posible que nuestros cerebros se encuentren almacenando recuerdos de forma continua, sin tener en cuenta si estamos dormidos o despiertos.
Por tanto, los sueños serían una especie de “almacenamiento temporal” de la conciencia, recuerdos que están ahí justo antes de pasar de la memoria de corto plazo a la memoria a largo plazo. Serían como el “flash” antes de una foto. Una teoría fácilmente combinable con la anterior.

  • Los sueños como recolección de basura y limpieza mental                                       
Existe otra teoría, llamada “aprendizaje inverso”, que sugiere que soñamos para deshacernos de las conexiones y asociaciones acumuladas en nuestro cerebro durante el día y que no necesitamos seguir almacenando. Una especie de vía de escape mental.
Básicamente esta teoría vendría a decir que soñar es un método de recolección de basura, de limpieza mental. Que soñamos con el fin de olvidar y no almacenar. Todo lo contrario a la teoría anterior.

  • Los sueños como consolidación del aprendizaje                                                               Esta vendría a contradecir totalmente a la del aprendizaje inverso, pues esta vez vendríamos a decir que los sueños sirven para recordar y no olvidar. Muchos estudios afirman que dormir correctamente fomenta un mejor aprendizaje. Así pues, de la misma forma que comenta la teoría de Zhang sobre el almacenamiento en la memoria a largo plazo, esta quinta teoría sugiere también que los sueños nos ayudan a retener todo lo aprendido.

  • Los sueños como mecanismo de defensa                                                                      Según algunos estudios, existen ciertas similitudes entre los animales que juegan a hacerse los muertos y la gente que está soñando. Por ello existe otra teoría que afirma que el sueño podría estar relacionado con un mecanismo de defensa: inmovilidad tónica (hacerse el muerto). Cuando soñamos nuestro cerebro se comporta de la misma forma que cuando estamos despiertos, con una diferencia: el sistema de la dopamina asociado al movimiento está inactivado. Es un mecanismo similar al que ocurre en los animales que se hacen los muertos para engañar a sus enemigos.

  • Los sueños como simulaciones de amenazas                        
Sumándose a la teoría del mecanismo de defensa, existe otra similar desarrollada por el filósofo y neurocientífico finlandés Antti Revonusuo. Según él, la función de los sueños sería simular eventos amenazantes y ensayar la percepción de dichas amenazas para poder evitarlas. Las personas que tengan dichos sueños estarían mejor preparadas para hacer frente a las amenazas durante la vigilia, pues ya habrían “practicado” en sus sueños. Aún así, esta teoría cojea, pues no siempre estamos soñando con amenazas.

  • Los sueños como resolución de problemas                                                              
Existe una hipótesis basada en la idea de Revonusuo a cargo del médico Deirdre Barret, investigador de Harvard, que sugiere que los sueños son una especie de teatro en el que somos capaces de resolver problemas con mayor eficacia que cuando estamos despiertos (en parte porque las conexiones cerebrales van mucho más rápido cuando dormimos que cuando estamos despiertos).

  • El darwinismo onírico  
Otra teoría, a cargo del psicólogo Mark Blechner, afirma que los sueños funcionan como una selección natural de ideas (de ahí el “Darwinismo”). En algunas investigaciones se ha sugerido que los sueños son lugares en los que experimentamos diversas situaciones y tratamos de seleccionar las reacciones emocionales más útiles para afrontar dichas situaciones. Sería una buena explicación para el hecho de que nos sentimos mejor tras dormir y soñar el día siguiente a una situación o problema doloroso.

Los sueños como procesamientos de emociones dolorosas mediante asociaciones simbólicas
Por último, mientras que el darwinismo onírico sugiere que hacemos una selección natural de ideas o emociones, existe una teoría que afirma que los sueños son como una especie de terapia evolutiva. No estamos seleccionando cuál es la mejor emoción o comportamiento, sino que solo nos estamos “desahogando” y por ello se producen estos comportamientos dentro de los sueños. A menudo el cerebro hace esto asociando algunas emociones a símbolos.

Esta teoría podría asociarse a la primera de todas, a cargo de Sigmund Freud, pues él fue el primero en hablar del simbolismo en los sueños.


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